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Home / Blog / Impacto en las empresas por los despidos de personal durante la crisis

Impacto en las empresas por los despidos de personal durante la crisis

By Pensum-WEB inBlog

«Al fin de todo, la crisis me alcanzó. Hoy me tocó a mí. Veía el problema desde arriba. Lo veía pasar en otros, desde la seguridad que me daba el que yo estuviera recibiendo ya dos meses de sueldo trabajando muy poco. Hasta este día llegó como ejecutivo de ventas dentro de la que fue mi empresa por 8 años»

Miguel Martínez H.

ex-empleado del sector servicios

El Salvador, Junio 2020

Las consecuencias de la crisis sanitaria a esta altura a nivel global, son inconmensurables: pérdidas de vidas humanas, semanas ininterrumpidas de confinamiento, la economía mundial en franco retroceso, los sectores productivos diezmados, ralentización que va desde una caída brusca en los niveles de ventas hasta la quiebra empresarial, incertidumbre y miedo generalizado, entre otros.

Las expectativas para América Latina no son alentadoras: el Fondo Monetario Internacional prevé (junio 2020) que la contracción económica de la región para finales de año será de 9.4%, empujada principalmente por las dos economías emergentes más importantes, Brasil (9.1%) y México (10.5%). La recuperación económica para el próximo año 2021 tampoco es alentadora: el 2.5% de crecimiento estimado no será suficiente para compensar el daño y retroceso en el crecimiento regional.

Por último, el impacto en el aumento del desempleo en el sector formal rondará el 19%. En una región cuya tasa media de informalidad es elevada, que de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo se estima en más del 54%, vuelve dramáticas las perspectivas de bienestar general.

Frente a un escenario de perspectivas macroeconómicas negativas como el descrito anteriormente, la mayoría de las empresas latinoamericana deberán realizar ajustes importantes, especialmente en la relación gasto-ingreso; esto es, por la relación directa que presenta su comportamiento durante la crisis: los primeros disminuyen a la misma velocidad con la que se recuperan los segundos. ¿Por qué? porque al haber una contracción simultánea de la oferta y la demanda, la recuperación se ralentiza: bajos niveles de consumo, caída de importantes sectores de la economía como turismo, aviación y exportaciones, aumento del gasto público para paliar y compensar los efectos de la crisis y el impacto, especialmente, en la cuenta corriente de la balanza de pagos.

En consecuencia, el impacto en la microeconomía es también de dimensiones gigantescas. Empresarialmente y empujados por el miedo y las perspectivas, pasado un tiempo la alta dirección contemplará el inicio de profundas reestructuraciones como mecanismos de sobrevivencia y adaptación a entornos y escenarios futuros de poca certidumbre (la Organización Mundial de la Salud prevé un rebrote del virus para el primer trimestre del año 2021). Dichas reestructuraciones pasan inevitablemente por el recorte importante de una parte de su personal dado que las organizaciones, por elemental lógica empresarial, deberán adaptar el tamaño de su planilla de colaboradores a las necesidades reales de operatividad que por ahora la situación demanda. Más allá de una evidente disminución importante de sus gastos fijos y de generar un alivio en las finanzas, una decisión aparentemente fácil y rápida deberá tomar en cuenta las posibles consecuencias que para toda organización conlleva. No es la finalidad de mi artículo indicar algún curso de acción ni siquiera insinuar lo que cada empresa en particular debería hacer en la situación actual. Cada quién sabe mejor dónde le aprieta el zapato. Es más bien advertir a los cuadros de decisión sobre los efectos posibles cuando se transita en esta dirección. Veamos:

Capas importantes de la población de todos los países de América Latina se moverán a situaciones de pobreza como resultado de la pérdida de su empleo y poder adquisitivo. Como Consultor y Formador empresarial soy consciente del aporte, creatividad, empeño y hasta el sacrificio que muchas organizaciones deben realizar en pro de “sostener” el mercado laboral. Sin pretender obviar y mucho menos desconocer el poder de la realidad, el comportamiento ético y responsable deberá convertirse siempre en el elemento rector en la toma de estas decisiones. Cada empleo salvado en situaciones tan extremas, en mucho es el reflejo de la consciencia por asumir un rol directivo decisivo y una apuesta por ser mejores como sociedad.

Las crisis suponen una pérdida inevitable en el valor de las acciones de una compañía. Luego de la crisis del año 2008, estudios de la firma Index Pro Data Consulting (2010) mostraron que, en crisis, las empresas que realizaron despidos masivos tardaron mucho más en recuperar el valor de sus acciones. En el corto plazo, estos despidos conllevan alivio y tranquilidad a las finanzas de la organización y a sus propietarios; pero también debemos ser conscientes de la relación directa en el mediano plazo entre el impacto en el valor de la acción (que pudiera ser más grande) a mayor número de personas separadas de la empresa.

Indudablemente una disminución de tajo de los costos por carga laboral impactará positivamente, a corto plazo, en la cuenta de resultados. La ecuación financiera parece simple: menos costos laborales = mejores resultados económicos. Sin embargo, siguiendo los mismos estudios post crisis del año 2008, no siempre un recorte en la masa salarial logró correlacionar estadísticamente mejores resultados financieros. ¿Por qué pasa eso? en parte porque la estructura de costos es compleja y diversa en todas las empresas. Disminuir los costos directos, para el caso con una planilla más liviana, puede incrementar los costos indirectos.

Los principios de Gerencia enseñan que luego de una reestructuración organizacional de este tipo, los niveles de eficiencia (productividad) tardan en recuperarse entre uno y uno y medio años. Si la actual crisis es de orden sanitario y no económico, podríamos tener un problema de cálculo y visión: esto es que los pretendidos beneficios en la productividad que esperabas llegaren cuando la economía esté en plena recuperación (año 2021 para el caso) y a un ritmo aceptable, por lo que las medidas para mejorar la productividad equivalen a haber lanzado “sal al mar”.

Las organizaciones se deshacen del talento humano. ¿Por qué lo hacen? Bueno, por las razones ya listadas anteriormente y ajenas a su desempeño (las reestructuraciones que se avecinan son el resultado de falta de ingresos y la ralentización de la demanda). Al hacerlo, pierden conocimiento y aprendizaje organizacional dado que el mismo, como diría Peter Senge en La Quinta Disciplina, se da porque las organizaciones inteligentes lo son porque tienen individuos inteligentes que aprenden. Al marcharse, el aprendizaje se va con ellos y hay que volver a comenzar. Aquí hay una enorme pérdida intangible. El riesgo en este punto será perder un conocimiento que difícilmente sería recuperable en el mediano plazo.

Como toda crisis es cíclica en el modo de producción capitalista, sabemos que otras crisis aparecerán en el horizonte, pero también sabemos que esta crisis sanitaria desaparecerá y la recuperación económica regresará. La separación de una parte importante del recurso humano indudablemente afectará la moral, la motivación del grupo de empleados que se quedan y por ende su productividad. Los que se quedan, igual sentirán incertidumbre y pensarán que en cualquier momento serán ellos los elegidos (cómo me lo decía a principios del mes de junio Miguel Martínez H., un excelente ejecutivo del sector servicios). Adicionalmente, si la recuperación llega habrá que recontratar y esa actividad generará costos de reclutamiento y selección, entrenamiento y adecuación a la nueva organización. Ambos costos (caídas en la productividad y recontratación), no siempre se tienen en cuenta en las ecuaciones de salidas.

Pese a que una reestructuración en esta dirección es comprensible desde cualquier lógica empresarial, realizarlas debería de ser la última medida y hacerse con holismo y pensando en las personas; por lo que invito a los liderazgos a que tomen en cuenta tres cosas: profesionalismo, sentido común y ética.

 

Pablo Ernesto Navarrete

Consultor Empresarial

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